Tartamudeo en niños
El habla es uno de nuestros más importantes modos de comunicarnos. Por ese motivo, cuando observamos cierto tartamudeo en los niños, o dificultades de expresión, podemos angustiarnos en exceso. Pero no debemos perder de vista que al principio son normales, y en ocasiones frecuentes, las repeticiones de sílabas, palabras o trozos de frases, las interrupciones espasmódicas o bloqueos; y que todas estas señales de una dificultad suelen remitir y desaparecer.
La tartamudez puede debutar cuando los niños están aprendiendo a hablar y es habitual entre los dos y los cinco años. Esto se debe a que son capaces de pensar más rápidamente de lo que están capacitados, físicamente, para expresar esas ideas. Es más que normal que se produzcan titubeos cuando están nerviosos, cansados, enfadados o, por el contrario, muy contentos y quieren llamar nuestra atención.Usualmente los niños no son conscientes de su tartamudez y puede que no sientan ningún complejo, ni tampoco vergüenza.
Esta es la situación ideal para ayudarles a superar esa dificultad.
Nos ayudará en nuestra tarea de reforzar su seguridad en su capacidad de expresión:
- Utilizar un lenguaje sencillo.
- Observar los momentos en los que se produce un aumento del tartamudeo para disminuir, en lo posible, las situaciones estresantes. Si sabemos que se ponen nerviosos al convertirse en centro de atención, por ejemplo, evitemos las preguntas directas.
- Respetar su ritmo y su forma de expresarse, manteniendo los turnos de palabra.
- Dar importancia al contenido de sus palabras y no prestar excesiva importancia al modo de pronunciarlas.
- Reconocer que no estamos entendiendo bien lo que nos están contando, o pedir que nos expliquen las cosas de otro modo, cuando sea realmente necesario. Podemos sugerir que nos los expliquen en un tono más bajo, o más despacio. Esta estrategia puede ayudarles a concentrarse mejor.
Es fundamental que entendamos que:
- No debemos criticar su forma de expresarse, ni ridiculizarles.
- No les corrijamos, ni les metamos prisa para acabar sus frases.
- No es útil forzarles a hablar, ni hacerles protagonistas en las conversaciones. No es bueno animarles a contar cosas cuando no quieren hacerlo.
Se consigue mucho más con paciencia, leyéndoles cuentos y buscando momentos especiales para charlar tranquilamente con ellos… que con correcciones o repeticiones.
Hablemos despacio, mirémosles a los ojos cuando nos dirijamos a ellos, demostremos que tienen toda nuestra atención y… ¡armémonos de paciencia! Las disfunciones del habla desaparecerán con mayor facilidad que las huellas que dejan en su autoestima nuestro modo de escucharles y atenderles.
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