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LA IMPORTANCIA DE ENCAJAR

Desde que nacemos tenemos la necesidad de encajar, de ser aceptados, de encontrar nuestro espacio.
Todos deseamos ser queridos. Con esa certeza se reafirma la seguridad, que vamos forjando, en nosotros mismos.
Pero encajar y ser aceptado tiene a veces un coste emocional. No siempre es sencillo. En ocasiones es imprescindible satisfacer los gustos de otras personas… que no siempre coinciden con los nuestros. Si cuando nos sentimos excluidos, o rechazados, renunciamos a ser tal y como somos con el fin de ser aceptados … esa necesidad puede convertirse en un terrible desgaste y en una tarea frustrante.
Por eso, cuando veo a algún niño excesivamente preocupado por “encajar”, por ser como los demás… suelo decirle que cuando se busca la atención y la aceptación… no es tan importante dar con las personas adecuadas… como lo es dar con el espacio, el momento y el lugar adecuados. Y para explicarle por qué digo eso le pongo el ejemplo de una planta silvestre que crece con una fuerza fuera de lo normal. Y le explico que esa virtud que es vista como una cualidad en la jardinería, se considera un defecto en la agricultura.
La Ipomea es una planta trepadora que da unas flores de un azul-violeta maravilloso que sólo se abren cuando brilla el sol. Por eso la gente las llama Campanas de Día. Crece muy rápido. Sus tallos son delgados y muy flexibles y es capaz de trepar por cualquier superficie. Se apoya en el más pequeño resquicio.
Cualquiera que encontrase una ipomea llena de flores en un jardín estaría de acuerdo en que es una de las plantas más bonitas que ha visto.
Sin embargo, esa preciosa planta, con esas flores delicadas como de seda… se considera una mala hierba si aparece en un huerto y se arranca sin piedad. Las plantas cuyo crecimiento puede afectar al desarrollo normal de la producción agrícola son consideradas malas hierbas. Los agricultores no quieren en sus huertos ninguna planta improductiva que quite espacio y alimento a otras plantas.
Y después de explicar que esa preciosa planta se admira o se arranca en función del lugar en el que crezca… le explico que si esas personas de las que tanto le preocupa conseguir la aprobación no saben valorar su maravillosa forma de ser es porque esa persona es un huertano… y no un jardinero. Y le digo que no debe tener miedo a ser diferente
El rechazo genera tristeza, miedos e inseguridades y puede provocar heridas difíciles de curar. Por otro lado si, para agradar a los demás, nos apartamos en exceso de lo que de verdad somos… nos estamos alejando de nuestra singularidad, que se forma tanto con nuestras virtudes como con nuestros defectos. Si ocultamos nuestras ideas y emociones por temor a ser rechazados, terminamos encarcelados en una necesidad absurda de control, perdemos espontaneidad y entorpecemos la posibilidad de crear relaciones sinceras.
Tratemos de ayudar a los niños a hacer un buen balance entre la necesidad de aprobación externa y la importancia de aceptarse y quererse.
Y, sobre todo… ayudémosles a buscar el espacio en el que encajan sin esfuerzo.
Fotografías de Ana Reina. Localización: Hotel La Raposera (Caravia-Asturias)
Leer masEl aprendiz de mago

Desde que era muy, muy, muy pequeño Jorge deseaba ser mago. La primera palabra compleja que aprendió a decir fue “Abracadabra”, y con cualquier trapo de la casa se fabricaba una capa. De modo que, cuando cumplió once años, sus padres decidieron hacer realidad sus sueños y le dejaron partir en busca del mago Colás.
El viaje fue muy incómodo, lento y tedioso; y pasó mucho frío en un carro tirado por mulas. Pero nada más llegar al castillo del mago se le olvidaron las penurias que había pasado y, deslumbrado, recorrió todas las dependencias siguiéndole.
Las paredes de las habitaciones estaban cubiertas de estanterías repletas de libros de magia.
Jorge estaba deseando empezar con sus clases y así se lo dijo al mago Colás:
- Yo sólo quiero ser mago.
El anciano, sin contestar, se acarició la larguísima barba blanca y sonrió.
- Quiero empezar con las clases – insistió Jorge.
- Lo comprendo – contestó el mago Colás después de una larga pausa – Pero todavía no sé si vas a ser alumno mío. Es algo que debo pensar detenidamente.
- ¿Cómo? – se enfadó Jorge – ¡He hecho un viaje larguísimo!
- Así es – corroboró el mago sin inmutarse.
Y con la mano le indicó un largo pasillo.
Al final del recorrido entraron en la cocina más desordenada que Jorge había visto nunca.
Los platos con verduras y frutas contenían también piedras, uñas de dragón, hierbas y hongos; y un montón de cosas más que Jorge no identificaba, como tarros de cristal con extraños brebajes, pergaminos antiguos con lazos de terciopelo, una marmita burbujeante y huevos de diferentes tamaños y colores, alguno casi tan grande como su cabeza…, y el caos reinaba también sobre sartenes y cacerolas.
- Mira – dijo el mago con voz profunda – “Flaster cuchara blendarium burdas”.
Y, al momento de pronunciar esa frase extraña, una cuchara pareció tomar vida y voló por encima de la cabeza de Jorge hasta un cajón abierto para guardarse en él y cerrarse cuidadosamente.
- ¿Te das cuenta? – le preguntó el mago.
Leer masEl aprendiz de mago – Esfuerzo y éxito

Es importante analizar qué concepto de éxito trasmitimos a nuestros hijos. Cada uno de nosotros tiene una idea, más o menos definida, del significado que tiene la palabra triunfo: seguridad económica, reconocimiento social, alcanzar la fama, la realización en el mundo profesional, ser buena persona, conseguir un ideal o ser coherente con la propia concepción del mundo… Pero no podemos perder de vista que los niños no son adultos en miniatura, no tienen nuestros mismos intereses y expectativas, y pueden valorar sus ilusiones y capacidades también de una forma muy diferente a la nuestra. En primer lugar, porque no tenemos la misma percepción del tiempo. Sus metas suelen centrarse sobre logros a corto plazo. La semana que viene les parece tan lejana como a nosotros el próximo año. Sus recompensas, por tanto, deben estar muy cerca, temporalmente hablando, de sus objetivos. Es muy raro que un niño quiera estudiar mucho para llegar a ser un buen profesional, tener una posición desahogada o conseguir un Nobel. Sin embargo su experiencia sobre lo que es “el éxito” y cómo se consigue se fragua en la infancia y marcará su desarrollo tanto personal como académico.
Generalmente, los niños que cumplen con sus obligaciones, y ese hecho se les reconoce a menudo, suelen desarrollar la capacidad de enfrentarse con tenacidad con las dificultades y suelen ver cumplidos sus objetivos.
¿Cómo podemos ayudar a nuestros hijos?
1.- Animarles a hablar sobre sus sueños o intereses, sin quitarles ilusión ni desmotivarles. Todos los niños pasan épocas en las que desean ser, por ejemplo, astronautas, bomberos, actores o trapecistas. Cualquier sueño por absurdo que sea se debe compartir; utilizando sus inquietudes para incentivar el aprendizaje y construir su autoestima. Que quiere ser astronauta… ¡Pues regalémosle libros sobre el espacio y los planetas! Si esos intereses infantiles, que suelen ser pasajeros, están bien dirigidos pueden enriquecer muchísimo su cultura general.
2.- Ante su miedo al fracaso y sus pensamientos negativos, nuestra primera frase debe ser esta pregunta: ¿Quién dice que no eres capaz de conseguirlo? Para inmediatamente asegurarles que casi todo se puede alcanzar con confianza y esfuerzo, y que los límites sólo se conocen cuando se intentan las cosas con todas nuestras fuerzas. Porque las limitaciones dependen en gran medida de los sacrificios que estemos dispuestos a hacer para obtener resultados.
3.- Ofrecerles posibilidades para el aprendizaje, tantas como estén a nuestra disposición. Cualquiera de nuestras aficiones puede ser una magnífica ocasión: deportes, conciertos, museos… Les excluimos de muchas de nuestras actividades por miedo a que se aburran; pero si actuamos así les cerramos las puertas a mundos que pueden interesarles. El consejo es: experimentemos. Aquella actividad que no guste… no se repetirá; pero, en principio, no desechemos nada por ser nuevo sin probar antes.
4.-Enseñarles técnicas de decisión con las que valorar adecuadamente las consecuencias de sus actos (positivas y negativas) y cómo resolver los problemas.
5.- Subrayar la importancia de la constancia y el esfuerzo. Ambas cualidades se educan. Ante las tareas tediosas debemos evitar resaltar su descontento e impaciencia y, cuando veamos que están a punto de tirar la toalla, seamos pacientes porque usualmente todo lo que necesitan es escuchar un simple y tranquilo (aunque a veces difícil de ofrecer): “Yo te ayudo”.
La diferencia entre un fracaso y un éxito radica en la lectura que seamos capaces de hacer de los hechos. A veces, se aprende más de los primeros que de los segundos… y deben entenderlo así.
Esta “Moraleja para adultos” es una reflexión sobre educación asociada a un cuento. En “Cuentos para niños” podemos encontrar el texto sobre el que trabajar con nuestros hijos para estimular su aprendizaje de inteligencia emocional. Pincha aquí.
En “Reflexionamos juntos” unas preguntas, relativas al cuento, para ayudar a los niños a profundizar en él según su propia experiencia: Pincha aquí
Leer masEl aprendiz de mago – Reflexionamos juntos

Acompañamos todos los cuentos de unas preguntas, relativas al texto, para ayudar a los niños a profundizar en él según su propia experiencia:
. ¿Qué te parece lo que hace el aprendiz en nuestro cuento cuando ve que no es capaz de usar el encantamiento?
. ¿Por qué crees que le dice la verdad al mago por la mañana?
. ¿Qué hubieras hecho tú?
. ¿Cuáles son tus sueños? ¿Sabes que te gustaría ser?
. Recuerda alguna meta que hayas conseguido con esfuerzo. ¿Cómo te sentiste al conseguirlo?
NOTA: El nombre del mago del cuento está inspirado en el de un personaje de la ópera “Bastian y Bastiana” que Mozart escribió con once años.
En “Cuentos para niños” podemos encontrar el texto sobre el que están inspiradas estas preguntas dirigidas a trabajar el desarrollo de la inteligencia emocional Pincha aquí y en “Moralejas para adultos” una reflexión sobre el tema para padres y educadores: Pincha aquí.
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