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Ortografía y “capricho”

El lenguaje es una convención en constante evolución que tiene unas reglas que hay que conocer.
Con lo que me costó en su día, como disléxica que soy, aprender que no debía olvidar la tilde diacrítica del adverbio “sólo” (solamente)… van los académicos ¡y deciden que ya no hace falta ponérselo!
He de reconocer que este cambio me ha fastidiado un poco. ¡Aunque os parezca una tontería! A ver señores… que no es lo mismo leer:
“Trabajo sólo en domingo” que “Trabajo solo en domingo”
Porque no es lo mismo trabajar los domingos exclusivamente, que trabajar sin ayuda los domingos.
Los que me leéis, ya sabéis mi obsesión por ayudar a los niños con la lectoescritura.
Suelo utilizar este tipo de ejemplos para bromear con ellos sobre las reglas de ortografía.
Una de las mejores maneras de aprender es asociar los conceptos con historias y relacionarlos con bromas. Desdramatizando sus faltas de ortografía y sus equivocaciones, pero ofreciéndoles modos de no olvidar cómo se escribe la palabra que no conocen bien:
Si escribes “té” y quieres referirte a la bebida… ¡no olvides poner la tilde como si fuera una cucharita para remover el azúcar!: Te doy el té.
Y para que no se sientan mal cuando cometen errores, suelo hablarles de la reglas de ortografía como los “caprichos del lenguaje” y de Juan Ramón Jiménez.
Como ya sabéis, este autor tenía unas ideas muy curiosas sobre la ortografía: escribía con jota las palabras en “ge” y “gi”; suprimía las ‘b’, y las ‘p’, etc., en palabras como “oscuro”, “setiembre”, etc., y usaba ‘s’ en vez de ‘x’ en palabras como “excelentísimo”(escelentísimo).
No comprendía la necesidad de poner una diéresis en la ‘u’ para escribir “vergüenza”, ni la ‘h’ en la exclamación “Oh”, como tampoco le convencía su uso en las palabras “hoy” “hombre” o “hembra”.
Defendía la simplificación de la escritura “por amor a la sencillez… y odio a lo inútil… porque se debe escribir como se habla”.
Me encanta un texto suyo sobre este tema en el que concluye: “En fin, escribo así porque yo soy muy testarudo… para mí el capricho es lo más importante de nuestra vida”.
En este poema dejó muy clara su opinión sobre el uso de la ‘G’ y la ‘J’:
Intelijencia
¡Intelijencia, dame
el nombre exacto de las cosas!
…Que mi palabra sea
la cosa misma,
creada por mi alma nuevamente…
Por supuesto, si un escritor del renombre de Juan Ramón Jiménez fue criticado por esta elección personal, obviamente, si seguimos su ejemplo… nos despellejarán Por otro lado, una correcta escritura es una muestra de elegancia y buena educación. Aunque ahora con las abreviaturas de whatsApp cada día se escribe peor:
¡Escribamos bien! ¡Seamos originales en otra cosa!
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Tartamudeo en niños

El habla es uno de nuestros más importantes modos de comunicarnos. Por ese motivo, cuando observamos cierto tartamudeo en los niños, o dificultades de expresión, podemos angustiarnos en exceso. Pero no debemos perder de vista que al principio son normales, y en ocasiones frecuentes, las repeticiones de sílabas, palabras o trozos de frases, las interrupciones espasmódicas o bloqueos; y que todas estas señales de una dificultad suelen remitir y desaparecer.
La tartamudez puede debutar cuando los niños están aprendiendo a hablar y es habitual entre los dos y los cinco años. Esto se debe a que son capaces de pensar más rápidamente de lo que están capacitados, físicamente, para expresar esas ideas. Es más que normal que se produzcan titubeos cuando están nerviosos, cansados, enfadados o, por el contrario, muy contentos y quieren llamar nuestra atención.Usualmente los niños no son conscientes de su tartamudez y puede que no sientan ningún complejo, ni tampoco vergüenza.
Esta es la situación ideal para ayudarles a superar esa dificultad.
Nos ayudará en nuestra tarea de reforzar su seguridad en su capacidad de expresión:
- Utilizar un lenguaje sencillo.
- Observar los momentos en los que se produce un aumento del tartamudeo para disminuir, en lo posible, las situaciones estresantes. Si sabemos que se ponen nerviosos al convertirse en centro de atención, por ejemplo, evitemos las preguntas directas.
- Respetar su ritmo y su forma de expresarse, manteniendo los turnos de palabra.
- Dar importancia al contenido de sus palabras y no prestar excesiva importancia al modo de pronunciarlas.
- Reconocer que no estamos entendiendo bien lo que nos están contando, o pedir que nos expliquen las cosas de otro modo, cuando sea realmente necesario. Podemos sugerir que nos los expliquen en un tono más bajo, o más despacio. Esta estrategia puede ayudarles a concentrarse mejor.
Es fundamental que entendamos que:
- No debemos criticar su forma de expresarse, ni ridiculizarles.
- No les corrijamos, ni les metamos prisa para acabar sus frases.
- No es útil forzarles a hablar, ni hacerles protagonistas en las conversaciones. No es bueno animarles a contar cosas cuando no quieren hacerlo.
Se consigue mucho más con paciencia, leyéndoles cuentos y buscando momentos especiales para charlar tranquilamente con ellos… que con correcciones o repeticiones.
Hablemos despacio, mirémosles a los ojos cuando nos dirijamos a ellos, demostremos que tienen toda nuestra atención y… ¡armémonos de paciencia! Las disfunciones del habla desaparecerán con mayor facilidad que las huellas que dejan en su autoestima nuestro modo de escucharles y atenderles.
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Una empresa contrata sólo a disléxicos

¡Una empresa de publicidad contrata sólo a disléxicos!!!
¡¡¡Algo está cambiando!!!
La agencia de marketing The Garage (Creative Orchestra), que tiene su sede en Reino Unido, busca personas que piensen diferente y lanzó un anuncio de empleo destinado exclusivamente a disléxicos.
En Miles de textos ya hemos dicho en más de una ocasión que la dislexia es simplemente la consecuencia natural de una forma distinta de pensar, de percibir el mundo; y que muchos genios como Einstein, Beethoven, (algunos piensan que también Leonardo da Vinci)… comparten una característica común: la dislexia.
El pensamiento en imágenes de un disléxico es más rápido que el pensamiento verbal entre otras cosas porque, a veces, una imagen se ajusta mejor que una palabra a la esencia de las cosas y por tanto a su significado.
Esta forma de manejar el conocimiento es más profunda y amplia, y por tanto más completa. (Pincha para leer más)
El lenguaje verbal no es la única forma de comprender, concretar y reflejar el mundo.
Por otro lado, todas las características positivas que conforman el modo de pensamiento de un disléxico: curiosidad, imaginación, importante capacidad de deducción por intuición… a veces se convierten en un problema durante la escolarización al tener que manejar modos de aprendizaje que no son los más apropiados para ellos. Sin embargo, hasta esa situación aparentemente desfavorable tiene una consecuencia positiva: les obliga a buscar herramientas y soluciones alternativas y novedosas a los problemas, y ese hecho potencia su natural capacidad para la innovación y la creación.Tal vez esto explique por qué una empresa de publicidad ha decidido publicar una oferta de trabajo para personas con dislexia.
El anuncio dice lo siguiente:
“Se requiere personas con una mente única, por lo que sólo los disléxicos (como Steve Jobs), deben presentarse”.
Curiosamente ha suscitado un debate sobre discriminación.
¿No es increíble?
Las cosas están cambiando. Hoy en Miles de Textos estamos de celebración. Obviamente no porque sólo contraten disléxicos… sino porque este tipo de pasos ayudarán a valorar correctamente el potencial de un 20% de la población.
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