¡Qué difícil es decir “NO”!
Irónicamente, los padres que se rinden antes y terminan cediendo ante las demandas de sus hijos… son los que en más ocasiones deben decir “NO”, porque aquellos que se mantienen… no lo suelen tener que decir más que una vez: la primera.
Cuesta mucho decir “NO” a las peticiones de las personas a las que queremos, pero hemos de procurar no sentirnos culpables por no consentir algo… cuando consideramos que no debemos hacerlo.
Tenemos la obligación de establecer los límites que consideramos mejores para nuestros hijos.
Para ayudarnos en la difícil tarea de decir “NO”, podemos recurrir a un pequeño Test con el que dirimir la solidez de nuestra negativa:
¿Cree que su hijo realmente necesita lo que pide?
SI NO
¿Entiende la motivación que se esconde detrás de esa petición y la aprueba?
SI NO
¿Su hijo formula su deseo más como una exigencia que como una petición?
SI NO
¿Ha tenido tiempo suficiente para valorar adecuadamente esa petición?
SI NO
¿Cree que su hijo tiene capacidad para afrontar responsablemente lo que demanda y a las consecuencias que esta petición pudiera acarrear?
SI NO
¿Cree su petición se ajusta a lo que la familia puede, o debe, darle?
SI NO
Si ha contestado “NO” a las preguntas anteriores puede decirle a su hijo que “NO” sin sentir ninguna culpa por hacerlo.
Debemos tomar aquellas decisiones que nos hagan sentirnos bien… asumiendo de antemano que podemos equivocarnos, e intentando no sentirnos presionados por nuestros hijos y sus demandas (ni por lo que creemos que hacen otros padres).
Debemos escuchar sus razonamientos y sólo ceder ante sus peticiones si nos parecen razonables, esto es, si nos convencen. De no ser así mantendremos la postura que hayamos adoptado al principio con una actitud firme y positiva.
Debemos aprender a decir “no” sin sentirnos culpables.
Nos puede ayudar en esta dura tarea de decir “NO”:
Buscar el apoyo y la opinión de otros padres. Nos sorprendería saber cuántos están de acuerdo con nosotros en la teoría y se sienten arrastrados, también como nosotros, a una práctica con la que no están satisfechos en absoluto.
Ofrecer a nuestros hijos alternativas apetecibles para sustituir esa petición a la que no podemos, o queremos, acceder.
Decir “NO” lo antes posible para que no se hagan ilusiones. Cuanto más esperemos para prohibir algo más difícil será enfrentarles con nuestra negativa. Un “Ya veremos” que se dice para no discutir puede ser el motivo de una violenta discusión más adelante.
Decir “NO” siempre en situaciones similares para no crear desconcierto.
Probablemente su reacción a nuestras negativas no se hará esperar y será tanto más violenta cuanto más desease esa cosa en concreto… pero también comprobaremos que se consolará antes de lo que esperábamos.
No podemos perder de vista que en nuestros límites y prohibiciones hay un mensaje implícito que les trasmite, mejor que cualquier regalo, nuestro amor y preocupación por su bienestar.
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