La nariz… final de la historia
Hemos conseguido 20 likes en Facebook y, tal y como os prometimos, terminamos la historia:
Paco no entendió que me echase a llorar, de pronto y como una loca.
Bajo un sol limpio de primavera descubrí una plantita mínima y no pude evitarlo. Asomaba tímida en el rincón en el que había jugado con mis hijos durante el invierno.
Ese año habíamos hecho un muñeco de nieve gigante. Le colocamos el chaleco de mi marido, la bufanda vieja de María y un sombrero de paja que rondaba por el trastero.
Mi hijo le puso de nombre «Pepón» y cada día le saludaba camino del colegio. Había sido el encargado de trazar su sonrisa con un palo.
Cuando empezó el deshielo… y Pepón se moría, mi hijo se ponía muy serio al cruzar el parque. Se le llenaban los ojos de lágrimas. Nunca me dijo nada. Yo a él tampoco. Ante lo triste, cuando es inevitable, basta con ser una buena compañía, es mucho mejor bálsamo que cualquier intento de consuelo. Yo le tomaba de la manita y caminaba despacito también.
No contaba con los milagros de mayo.
Estaba deseando volver a casa, decirle a Miguel que Pepón estaba vivo y que en el parque había una plantita que salía de la zanahoria que pusimos en la nariz.
¡Pero cualquiera se lo explicaba a Paco!
Además han publicado nuestra historia en la Revista digital Playa de Ákaba en la sección Ojos de Cuentista Azul. ¡Estamos muy contentas!
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