Moralejas para papás – Resilencia

Moralejas para papás – Resilencia

 

El Kintsugui es un arte japonés. Consiste en  arreglar fracturas de la cerámica con un barniz de resina y metales preciosos. Pero el Kitsugui es mucho más que una concepción estética. Es una filosofía que se fundamenta en que la belleza de los objetos reside en su historia; y en que las roturas, y reparaciones, son trasformaciones que le otorgan a las cosas un valor añadido.

Una fractura es, para los artistas del Kintsugui, un momento único, completamente irrepetible, que puede enriquecer el objeto con la belleza del caos.

Para la psicología, la resiliencia consiste en la capacidad de las personas de integrar las cosas negativas que les pasan de modo que se puedan convertir en experiencias enriquecedoras. La palabra proviene de un término de física que define la capacidad de algunos materiales de recuperar su estado inicial tras ser sometidos a una deformación por un esfuerzo y, aunque no se ajusta exactamente a lo que sucede con las piezas de cerámica en el Kintsugui, la filosofía en la que se fundamentan es la misma.

La resiliencia, como todas las características de la personalidad, como todas las capacidades o cualidades de las personas, se puede estimular y fortalecer. Es importante reforzar esa capacidad de los niños. Para ayudarles, debemos apuntalar su autoestima. Se trata de hacerles comprender que son capaces de controlar las situaciones difíciles de una manera adecuada.

Nos ayudará:

  • Afianzar sus lazos afectivos, que los sientan como estables y seguros a todos los niveles, no sólo en las relaciones familiares sino también es sus otros círculos: amigos, colegio, actividades…
  • Hacer que comprendan nuestra escala de valores. Explicarles adecuadamente la importancia de la honestidad y la sinceridad, la justicia y la compasión, la constancia y la tolerancia, la bondad y el amor por el prójimo… así como su responsabilidad para con sus propias necesidades. Los valores representan ideales y aspiraciones y determinan nuestras prioridades. En ocasiones hay valores contrapuestos y nuestro modo de optar por ellos afecta directamente a la valoración que hacemos de cualquier cosa, hasta de nuestros éxitos.
  • Ayudarles a identificar sus sentimientos y animarles a expresarlos con libertad.
  • Enseñarles a valorar el sentido del humor y la capacidad que éste tiene a la hora de mejorar los problemas y las relaciones humanas.
  • Focalizar la atención en el esfuerzo y el trabajo mucho más que en los resultados. Alentar y apoyar, sin adulaciones ni cumplidos, con sinceridad. Enseñarles a ponerse metas razonables y ayudarles para que puedan alcanzarlas.
  • Hacerles conscientes de su valor. En esa seguridad se fundamenta su capacidad para mejorar las cosas. Deben conocer sus destrezas. Todos somos muy buenos en algunos aspectos, todos tenemos nuestras cualidades, y es importante que sepan identificarlas.
  • Facilitarles herramientas para manejar el estrés. Inculcarles la importancia de tomarse un tiempo y no actuar impulsivamente ante los problemas.
  • Crear un marco de seguridad afectiva al que acudir cuando se tuercen las cosas. Las adversidades pueden ayudar a descubrir capacidades desconocidas.
  • Darles la libertad que estén preparados para asumir. Permitir que tomen decisiones y ayudarles a comprender la importancia de responsabilizarse de las consecuencias de los propios actos.
  • Ayudarles a aceptar los cambios. A veces, las situaciones nuevas, y los retos, asustan a los niños; pero podemos enfocarlas como oportunidades de encontrar una nueva felicidad.

No siempre podremos protegerles de las adversidades y los problemas de la vida, pero está en nuestra mano enseñarles a lidiar con ellos del mejor modo posible ;-)

 

Esta “Moraleja para adultos” es una reflexión sobre educación asociada a un cuento. En“Cuentos para niños” podemos encontrar el texto.

En “Reflexionamos juntos” unas preguntas, relativas al cuento, para ayudar a los niños a profundizar en él según su propia experiencia.

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Los deseos – La cuentacuentos

Los deseos – La cuentacuentos

Si comprender lo que pensamos, lo que sentimos y  lo que deseamos en ocasiones es difícil…  comunicarlo, o saber expresarlo, lo es más aún. Nuestros hijos reciben una lección cada vez que nos ven hacerlo con sinceridad.

-          Ten cuidado con lo que deseas – solía decir mi abuelo – Igual se convierte en realidad.

 

En mi infancia, durante una excursión por la sierra, vi una casita de piedra preciosa. Tenía el tejado a dos aguas y era… como de cuento.

-          ¡Algún día tendré una casa así! – le aseguré a mi madre.

Y poco me importó que ella tratase de explicarme que casas tan antiguas hay muy pocas, que suelen ser muy caras y que no era necesario tener una casa tan grande.

Los años pasaron y por casualidades del destino… tengo una casa como la que me enamoró de pequeña.

Para diversión de mi abuelo (porque estoy convencida de que los seres queridos siguen a nuestro lado) me quejo constantemente cuando se rompe algo, la casa está fría o tengo que limpiar tantos metros cuadrados. Por fin comprendí completamente el sentido de aquella frase guasona.

Está en nuestras manos conseguir que los niños comprendan la magia de tener ilusiones.

Los sueños y los deseos tienen el poder de transformar un día gris en uno soleado, de cambiarnos el humor e inyectarnos energía. Y toda esa magia no se crea sólo cuando se consigue un objetivo, sino también cuando se tiene una meta que apetece y por la que se lucha.

Perseguir deseos ayuda a desarrollar nuestra tenacidad y paciencia, a confiar en nuestras capacidades y, cuando no logramos el objetivo, aumenta a la fuerza ;-) la tolerancia ante la frustración.

Cuanto más cuesta algo, más se disfruta de ello y más se valora.

Es importante enseñar a los niños a disfrutar de las esperanzas, también de aquellas que no se cumplieron, porque nos ayudaron a soñar y nos llenaron de ilusión, voluntad y arrojo,  ingredientes imprescindibles en cualquier receta de felicidad.

Esta “Moraleja para adultos” es una reflexión sobre educación asociada a un cuento. Siguiendo este enlace: “Cuentos para niños”, podéis encontrar el texto. En este otro:  “Reflexionemos juntos” encontraréis una preguntas para trabajar el tema con ellos.

 

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Recuerdos de felicidad – Enseñar a los niños a hacer balance

Recuerdos de felicidad – Enseñar a los niños a hacer balance

 

Una costumbre preciosa cuando nace un niño consiste en conservar en tarritos de cristal papelitos en los que anotamos las vivencias que no deseamos olvidar, con la fecha en la que se produjeron. Un tarrito por año.

Si compartimos esta tradición con nuestros pequeños les haremos conscientes de todas las cosas buenas que les depara la vida.

Cuando nos ocurre algo negativo, es muy fácil perder la perspectiva de la felicidad. Con este sencillo gesto, cada vez que miren los papelitos a través del cristal, les ayudaremos a constatar que les pasan cosas maravillosas y que tienen cientos de motivos para sentirse felices.

Sigue este enlace si quieres leer Un cuento de año nuevo.

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LA IMPORTANCIA DE ENCAJAR

LA IMPORTANCIA DE ENCAJAR

Desde que nacemos tenemos la necesidad de encajar, de ser aceptados, de encontrar nuestro espacio.

Todos deseamos ser queridos. Con esa certeza se reafirma la seguridad, que vamos forjando, en nosotros mismos.

Pero encajar y ser aceptado tiene a veces un coste emocional. No siempre es sencillo. En ocasiones es imprescindible satisfacer los gustos de otras personas… que no siempre coinciden con los nuestros. Si cuando nos sentimos excluidos, o rechazados, renunciamos a ser tal y como somos con el fin de ser aceptados … esa necesidad puede convertirse en un terrible desgaste y en una tarea frustrante.

Por eso, cuando veo a algún niño excesivamente preocupado por “encajar”, por ser como los demás… suelo decirle que cuando se busca la atención y la aceptación… no es tan importante dar con las personas adecuadas… como lo es dar con el espacio, el momento y el lugar adecuados. Y para explicarle por qué digo eso le pongo el ejemplo de una planta silvestre que crece con una fuerza fuera de lo normal. Y le explico que esa virtud que es vista como una cualidad en la jardinería, se considera un defecto en la agricultura.

 

HIPOMEAS 2 www.milesdetextos.comLa Ipomea es una planta trepadora que da unas flores de un azul-violeta maravilloso que sólo se abren cuando brilla el sol. Por eso la gente las llama Campanas de Día. Crece muy rápido. Sus tallos son delgados y muy flexibles y es capaz de trepar por cualquier superficie. Se apoya en el más pequeño resquicio.

Cualquiera que encontrase una ipomea llena de flores en un jardín estaría de acuerdo en que es una de las plantas más bonitas que ha visto.

Sin embargo, esa preciosa planta, con esas flores delicadas como de seda… se considera una mala hierba si aparece en un huerto y se arranca sin piedad. Las plantas cuyo crecimiento puede afectar al desarrollo normal de la producción agrícola son consideradas malas hierbas. Los agricultores no quieren en sus huertos ninguna planta improductiva que quite espacio y alimento a otras plantas.

HIPOMEAS. WWW.MILESDETEXTOS.COM

Y después de explicar que esa preciosa planta se admira o se arranca en función del lugar en el que crezca… le explico que si esas personas de las que tanto le preocupa conseguir la aprobación no saben valorar su maravillosa forma de ser es porque esa persona es un huertano… y no un jardinero. Y le digo que no debe tener miedo a ser diferente ;-)

El rechazo genera tristeza, miedos e inseguridades y puede provocar heridas difíciles de curar. Por otro lado si, para agradar a los demás, nos apartamos en exceso de lo que de verdad somos… nos estamos alejando de nuestra singularidad, que se forma tanto con nuestras virtudes como con nuestros defectos. Si ocultamos nuestras ideas y emociones por temor a ser rechazados, terminamos encarcelados en una necesidad absurda de control, perdemos espontaneidad y entorpecemos la posibilidad de crear relaciones sinceras.

Tratemos de ayudar a los niños a hacer un buen balance entre la necesidad de aprobación externa y la importancia de aceptarse y quererse.

Y, sobre todo…  ayudémosles a buscar el espacio en el que encajan sin esfuerzo.

Fotografías de Ana Reina. Localización: Hotel La Raposera (Caravia-Asturias)

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Dejemos que los niños… ¡experimenten!

Dejemos que los niños… ¡experimenten!

Hace unos días nos mandó Sonia una foto preciosa que nos permite compartir con vosotros.

Niño-ternero

Es muy importante permitir que los niños experimenten.

https://www.youtube.com/watch?v=7q5mgtUOI_w  

Los niños ven la vida… como una inmensa piscina de bolas: miles de colores con los que explorar y divertirse.

Piscina de bolas

Todos tenemos alguna afición que potenciar y compartir con nuestros hijos. Si no nos gusta el deporte, pueden ser las maquetas o el aeromodelismo, visitar museos u observar las estrellas. Los niños adoran aprender y sentir que para nosotros son importantes. Apuntarles a clase de golf o tenis está bien, pero jugar con ellos es mejor aún. Pensemos qué afición nos gustaría compartir y levantémonos del sofá un día a la semana buscando el momento para compartirla.

Alberto, amigo nuestro y veterinario de Tula, nos contó una vez que había organizado una excursión para llevar a sus hijos, Margot de seis años y Teo de dos, por el campo en burro.

Compartía las ganas de emprender ese viaje con un amigo que también tenía niños de esa edad. Los burros les  llevaban las cosas, la comida, las tiendas de campaña… y a los niños cuando se cansaban de andar.  Sólo iban a estar fuera tres días pero a todos los que nos contó su plan… nos pareció una locura.

Cuando le preguntamos si no pensaba que sus hijos eran muy pequeños para esa aventura, contestó que se lo habían pasado fenomenal. Reconoció que, al principio, a él también le daba un poco de miedo “el experimento”, pero que la idea era volver si las cosas no iban bien, que era algo así como una prueba,  pero que él quería compartir esa experiencia con sus hijos.

Al parecer fue tan divertido que decidieron hacer una excursión parecida todos los años.

A los adultos nos suele asustar emprender viajes con nuestros hijos, llevarlos a conciertos, a museos, sacarlos de una rutina en la que sabemos cómo van a reaccionar, y en la que, como tenemos claro lo que les gusta, buscamos un acierto seguro.

Con esa actitud les cerramos un montón de puertas… a la vez que nos las cerramos nosotros también.

Démonos la oportunidad de descubrir cosas juntos.

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Paciencia… paciencia

Paciencia… paciencia

La paciencia es una virtud fundamental para la felicidad; una cualidad de la personalidad que está muy relacionada con la fortaleza y la constancia, pero también con el autocontrol.

Una de las lecciones más difíciles de impartir es la de “Cómo conseguir ser más pacientes”: “Nuestros hijos suelen hacer lo que hacemos, no lo que les decimos que deben hacer”.

En la vorágine del día a día… es muy difícil ser pacientes y enseñarles a serlo. Tenemos que procurar no perder los nervios delante de los niños.

Es fundamental enseñarles que, aunque la vida no siempre se puede planificar, hay que luchar por nuestros sueños y tener fe en que, con esfuerzo y paciencia, la mayoría de las veces podemos alcanzar nuestros ideales.

Los niños tienen cierta dificultad para valorar correctamente las metas lejanas. Sus objetivos, y premios o recompensas, deben ser cercanos para que  perseveren en el esfuerzo. Esperar no les resulta fácil. ¿Os acordáis cuando éramos niños? El tiempo iba muuuuuucho más despacio ;-)  

A la hora de hablarles sobre constancia, esfuerzo y paciencia, ayuda describir los objetivos a cumplir como si fueran destinos de un viaje. Los niños no entienden por qué no pueden conseguir aquello que desean… en el acto. Poco a poco aprenderán a ser más pacientes.

Acostumbrarles a esforzarse para conseguir lo que buscan y prepararles para soportar mejor las frustraciones enseñándoles a tolerar algunos retrasos… les ayudará a valorar el tiempo con una visión objetiva sobre cómo es la vida.

A partir de los dos o tres años los niños pueden ir aprendiendo a tener algo de paciencia. Estas son algunas de las cosas que podemos hacer para fomentar esa virtud:

- Predicar con nuestro ejemplo. Debemos enseñarles a ser pacientes… ¡siéndolo! ;o)

Tratemos de ser especialmente pacientes con sus limitaciones. La mejor manera de fomentar su autonomía es demostrarles que confiamos en sus capacidades.

- No les hagamos esperar cuando no sea necesario y tratemos de evitar que esas esperas sean muy largas. Es útil trabajar con ellos su capacidad para tolerar pequeñas demoras y utilizarlas para explicarles que el deseo de conseguir las cosas hace que las disfrutemos más.

- No debemos ceder cuando piden las cosas de mala manera, ni ante rabietas. Una forma de ejercitar su paciencia es obligarles a pedir las cosas educadamente, a no interrumpir nuestras conversaciones cuando nos quieren pedir algo, etc.

- Es fundamental cumplir nuestras promesas. Aunque también es importante que los niños comprendan que en ocasiones, aunque esperes y seas paciente, las cosas no siempre salen y resultan como a nosotros nos gustaría. Si les decimos que al día siguiente iremos a la playa… y  ellos esperan pacientemente pero al día siguiente amanece un día frío y lluvioso… y no podemos ir… ¡nos dirán que les hemos mentido! Es interesante acostumbrarnos a hablar en términos de probabilidad: “Mañana, si podemos y hace bueno, iremos a la playa”.

- Para que nuestros hijos esperen cuando les pidamos que lo hagan… tenemos que explicarles el por qué de esa espera y demostrarles que cuando son pacientes obtienen aquello que desean.

- Hay muchos juegos para ejercitar la paciencia de los niños: todas las actividades que requieran esperar turnos o aquellas que se puedan llevar a cabo en varios días, por ejemplo puzzles, construcciones, legos… que se puedan empezar hoy pero haya que esperar a terminarlos mañana; buscar juegos con diferentes niveles de dificultad, para que ellos vayan superando fases y viendo su progreso.

Es importante no permitir que abandonen una actividad o juego porque no les salga a la primera. Hemos de estimularles a seguir intentándolo, a no desistir, y reforzar la actitud cuando han conseguido la meta. 

Los juegos también nos pueden ayudar a entretenerles mientras esperan.

El tiempo corre mucho más rápido cuando les hacemos caso ;-)

Esta “Moraleja para adultos” es una reflexión sobre educación asociada a un cuento. En “Cuentos para niños” podemos encontrar el texto sobre el que trabajar con nuestros hijos para estimular su aprendizaje de inteligencia emocional.

En “Reflexionamos juntos” unas preguntas, relativas al cuento, para ayudar a los niños a profundizar en él según su propia experiencia.

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