Posts made in enero, 2014
ESTRENAMOS COLECCIÓN

Los teatros y los cines preparan sus mejores galas para los estrenos.
Nosotr@s sólo tenemos que buscar un rincón en el que haya niños jugando, dejar unos cuantos libros sobre una mesa… y esperar.
No os podéis imaginar los nervios que siento mientras lo hago. Es como presentarme a un examen.
Cuando un niño coge uno de los libros y veo que disfruta con él… es como un estruendoso aplauso que no cambio por ninguno; y un: “¿Me lo lees?”… ¡se convierte en el mejor premio!
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UN RECUERDO DEL COLEGIO… ¡DIFERENTE!

Tener un recuerdo del colegio de nuestros hijos, de sus compañeros de clase, de sus profesores, sus experiencias, sus actividades… es algo que como padres nos gusta mucho.
¿Quién se resiste a comprar la típica “foto de orla” que cada año nos ofrecen las escuelas y los colegios?
La verdad es que yo no he podido resistirme ni un solo año. A pesar de que las considero bastante aburridas, siempre sucumbo. No puedo resistirme a comprarlas.
Gracias a ese vicio oculto he acumulado fotos de orla de mis hijos de todos los cursos, desde la Escuela Infantil. Pero siempre que las miro pienso lo mismo: “¡Qué sosas!, No creo que a mi hijo le ilusione demasiado verlas en un futuro…”
Este fue uno de los motivos por lo que surgió nuestro proyecto de HUELLAS DEL COLE.
Siguiendo con nuestra labor de crear CUENTOS PERSONALIZADOS…
Ahora damos un paso más:
¿Por qué no hacer cuentos para los coles?
¿Por qué no hacer cuentos a la medida de una clase?
Un cuento en el que todos los niños sean los protagonistas y en el que, viéndose reflejados, disfruten del placer de la lectura; un cuento en el que anclamos sus afectos y en el que encuentran sus gustos, sus aficiones… ¡las de todos los niños de una clase!
En este cuento único, incluimos fotografías de los niñ@s, de los profesores, de las instalaciones, de sus trabajos… Hacemos fotografías divertidas que reflejan la realidad del día a día en su colegio y las combinamos con ilustraciones que lo llenan de magia, de ilusión y de fantasía. Nuestros personajes de acuarela narran todo aquello que los niños desean recordar: Toda la clase, y cada niño, protagonistas del cuento de su curso. Confeccionamos la historia que desean leer, con textos adaptados a su edad que puede incluir contenido académico si así lo desean los profesores.
Estos CUENTOS, al tiempo que fomentan la lectura, serán un recuerdo de su paso por el colegio. Así son nuestros CUENTOS de HUELLAS DEL COLE
Nos interesa mucho conocer vuestra opinión, ¿qué os parece nuestra nueva aventura?
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Paciencia… para todos los que empiezan

Por casualidades de la vida, cuando empecé a escribir, mis primeros cuentos para niños llegaron a manos de Fernando Sánchez Dragó. Me moría de la vergüenza. No estaba preparada para que me leyera y, aunque sigo sin estarlo, hoy he escrito para él.
Leyó mis cuentos y me animó a seguir trabajando.
Desde ese día siempre ha recibido con cariño los “ladrillos” que le he enviado y ha contestado todos mis e-mails.
No tengo que deciros lo importante que es para alguien que empieza recibir un e-mail de un escritor como Sánchez Dragó.
Hace un mes, más o menos, me encontré con él por Madrid. Charlamos, se interesó por mis proyectos… Siempre es mágico hablar con personas que saben más que uno y me regaló una anécdota preciosa: daba a su hijo Akela unas galletitas a las que llamó “Paciencias” porque son muy duras y cuesta mucho comerlas. Bromeó diciendo que hay muchas maneras de estimular las virtudes.
Cuando nos separamos supe que había nacido un cuento y que iba a escribir para él.
Aquí está, se titula LAS GALLETITAS MÁGICAS
Gracias, Fernando, por todas y cada una de las veces que te has parado a atenderme.
Elena
Leer masLas galletitas mágicas

Unos días antes del nacimiento del príncipe Yusuf su padre, el rey, reunió los caballos más veloces y envió emisarios por todos los caminos para que acudieran a palacio cuantos magos, brujas, hadas y duendes habitaban en su reino.
Todos los convocados acudieron a su llamada de lo más intrigados.
El palacio se había preparado para la llegada del pequeño príncipe. Los súbditos esperaban ansiosos la fiesta del nacimiento y el incesante goteo de aquellos invitados no hizo sino aumentar la expectación.
Según iban entrando por el puente levadizo, el rey recibía a todas las eminencias del mundo de la magia con un abrazo, les agradecía su presencia y les destinaba a los aposentos del ala norte de Palacio, en donde debían permanecer como invitados durante dos meses.
Al principio, nadie entendía qué pretendía el monarca obligándoles a alojarse en palacio y a quedarse durante tanto tiempo. Con ese plazo el rey se aseguraba de que recibía su invitación todo el que tenía un lugar destacado en el mundo de la magia.
Pronto descubrieron la intención del rey. Quería conseguir el conjuro de la felicidad para el recién nacido. Estaba seguro que alguno de aquellos poderosos hechiceros poseía ese secreto.
Preparó un tesoro fabuloso, lo situó en la sala del trono y les dijo:
- Todas estas riquezas serán de aquel que durante la fiesta de presentación del príncipe Yusuf, que tendrá lugar dentro de dos meses, entregue al niño el regalo de la felicidad en forma de bebedizo, conjuro, fórmula mágica, pócima gloriosa… pedrolo filosofal… ¡o lo que sea!
En el cofre que el rey había preparado brillaban las monedas de oro como soles diminutos, las esmeraldas encerraban el brillo de los bosques en primavera, las turquesas contenían los azules de todos los mares del mundo y el rojo de los rubíes resultaba tan tentador que inmediatamente todos los magos, duendes y hadas, e incluso las brujas, se pusieron a trabajar para poder entregar al niño su mejor regalo y ganar aquel enorme arcón de riquezas.
El día de la fiesta, cada participante de ese singular concurso iba acercándose a la cuna, explicaba en qué consistía su regalo mágico y lo depositaba a los pies del rey, seguro de que su presente era el mejor y de que sería el elegido:
- He fabricado la espada que gana mil batallas – decía el Mago Beligerante – mientras entregaba el arma a un lacayo para que el rey pudiera verla bien – Empuñadura de piedras preciosas y absolutamente invencible – añadía mientras se retiraba.
- Os entrego, majestad - se acercó una bruja - el pañuelo de las sonrisas; hecho de sedas maravillosas y capaz de absorber todas las lágrimas del pequeño príncipe y devolver a su rostro la alegría.
- Aquí tenéis el espejo de la belleza infinita – dijo el Hada Padrina – Todo el que se mira en él consigue contemplar su ideal y descubrir lo que puede llegar a ser: el rostro más hermoso, los rasgos perfectos… y una figura regia… que es “lasuperperalimonera”.
- Nada de lo que os entreguen, majestad, superará mi bastón de mando. Confiere poder y autoridad. Este bastón dominará el mundo – declaró solemnemente el adusto general de los enanos saltarines.
- Yo os obsequio con un libro en el que se encierran todos los conocimientos del mundo. Lo he llamado tableta…
Cuando acabó aquel espectáculo de encantamientos extravagantes, el rey tomó la palabra:
- Gracias a todos por vuestros presentes. Qué difícil será decidir cuál de todos estos regalos es el que mejor puede conseguir la felicidad para el príncipe.
De pronto se calló y buscó entre la multitud. Mientras trataba de elegir, había descubierto a un mago que no había dejado regalo alguno para el pequeño. Había sido su preceptor cuando el rey era niño, pero abandonó la corte sin explicaciones para no volver. Siempre estaba rodeado de dragones.
- Mago Dragón – le llamó enfadado por su apodo – ¿Por qué no hay en este montón ningún regalo tuyo?
El mago sonrió pacientemente.
- Mi rey, para preparar el conjuro de la felicidad necesitaría mucho tiempo. Os digan lo que os digan… ¡es imposible preparar un conjuro de la felicidad en unos meses!
El rey se quedó intrigado.
- ¿Cuántos meses necesitas para prepararme una poción?
- No lo sé exactamente. Muchos meses, tal vez un año… o dos… No sería una poción. Ese conjuro siempre se envuelve en harina. Debería prepararlo con el calor de un horno de leña traída de los Bosques de los Árboles Parlantes… y el azúcar de los Rincones Místicos de la Dulzura… ¡Necesito ingredientes de casi todos los confines de la tierra!
No obtuvo respuesta. El rey movió su capa y salió del salón del trono sin decir ni una sola palabra.
A la mañana siguiente repartió el fabuloso tesoro entre los asistentes a la fiesta y prometió preparar otro cofre igual para premiar al mago cuando consiguiese terminar el conjuro mágico para el príncipe.
Obligó al mago a quedarse en la corte (que para algo era el rey) y le hizo preparar un listado de todos los ingredientes que necesitaría para elaborar su receta mágica.
- Voy a hacer, para el príncipe Yusuf, galletitas de la felicidad. Necesito harina de trigo de los Valles de Sol que sea molido en molinos de la Región de la Alegría.
Inmediatamente uno de los veloces caballos del rey salió a galope en busca del primer ingrediente.
Cuando llegó la harina al palacio, el príncipe había cumplido un año.
- Necesito huevos de avestruz. Alguien debe ir a las montañas lejanas de Más Allá, y robar unos cuantos huevos de avestruz roja.
Cuando el mago recibió los cinco huevos, el príncipe ya sabía hablar y disfrutaba de su compañía. Solía pasar las tardes con él aprendiendo miles de cosas. Todos le decían que ese mago le iba a preparar unas galletitas que le darían la felicidad… ¡Y estaba deseando probarlas!
Pero los emisarios que el rey mandó para conseguir todos aquellos ingredientes no los reunieron todos hasta que el príncipe cumplió cinco años.
Cuando los extendieron sobre la mesa de la cocina, el príncipe pudo contemplar ralladura fina de limones de las Regiones Amargas, canela en rama de aroma suave… pero eterno, manteca amasada por manos cariñosas, azúcar tan dulce como los besos, la mejor harina, almendras de los árboles de los deseos y cinco huevos rojos como globos.
El príncipe estaba entusiasmado. Se moría de ganas de ver cómo el mago preparaba las galletas y estaba deseando hincarles el diente.
Aquel día en la cocina fue uno de los días más divertidos de su vida. Amasaron, mezclaron, se mancharon, se rieron a carcajadas tan batidas como las claras… compartieron confidencias… Cuando el mago y el joven príncipe metían la bandeja de las galletitas en el horno ya se habían convertido en amigos inseparables.
A la mañana siguiente el príncipe madrugó más que ningún día. Estaba deseando desayunar. Sin embargo el mago se levantó tarde, preparó una mochila con queso y pan y le invitó a volar a lomos de su dragón más veloz.
- ¿No vamos a probar las galletas?
- ¡No! ¡Aún no! – contestó sorprendido por la pregunta el mago – Hay que esperar.
- ¿Cuánto? – insistió el niño.
- Lo suficiente – fue su enigmática respuesta.
La mayoría de las mañanas, y a la hora de merendar, el príncipe solía preguntar al mago si ya había llegado el día de probar sus galletas.
La respuesta era siempre la misma: había que esperar.
Pero llegó el día en que el príncipe no preguntó más. Seguía teniendo ganas de probar esas galletas… pero había aprendido a esperar y era paciente.
El primer día que no preguntó al mago por las galletas… se encontró al levantarse con una mesa preparada con zumos de todas las clases, leche caliente y fría, dulces de todo tipo… La mesa de desayuno más apetecible de cuantas hubiera podido imaginar en el más dulce de los sueños.
Sobre un platito pequeño estaban las galletas que tanto había esperado. Fue lo primero que tomó. Estaban duras. Había que mojarlas en la leche. Estaban muy ricas… pero esperaba algo fuera de lo común.
Decepcionado se volvió hacia el mago:
- Mago Dragón… son… como las galletas normales… ¡pero más duras!!! ¿Por qué dices que son “Galletas de la felicidad”? Me siento igual de feliz que ayer. No siento que nada haya cambiado.
- Para ser feliz, príncipe, es fundamental aprender a esperar, hacer todo lo que haya que hacer para conseguir lo que se desea, trabajar duro, confiar en que se puede lograr lo que se sueña… y todo eso… te lo han enseñado estas galletitas duras que nos podíamos haber comido el día que las cociné… ¡si no hubiera querido enseñarte esta lección!
El príncipe se echó a reír con tanta fuerza y tantas ganas… que todos los que vieron la escena se convencieron de que aquellas galletas eran mágicas.
Por supuesto… ni el niño ni el mago les sacaron de su error.
Como lectura asociada, encontraremos en “Moraleja para adultos” una reflexión sobre inteligencia emocional, relacionada con este cuento, para analizar cómo podemos estimular en los niños esta capacidad.
En “Reflexionamos juntos” unas preguntas, relativas al texto, para ayudar a los niños a profundizar en él según su propia experiencia.
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Paciencia… paciencia

La paciencia es una virtud fundamental para la felicidad; una cualidad de la personalidad que está muy relacionada con la fortaleza y la constancia, pero también con el autocontrol.
Una de las lecciones más difíciles de impartir es la de “Cómo conseguir ser más pacientes”: “Nuestros hijos suelen hacer lo que hacemos, no lo que les decimos que deben hacer”.
En la vorágine del día a día… es muy difícil ser pacientes y enseñarles a serlo. Tenemos que procurar no perder los nervios delante de los niños.
Es fundamental enseñarles que, aunque la vida no siempre se puede planificar, hay que luchar por nuestros sueños y tener fe en que, con esfuerzo y paciencia, la mayoría de las veces podemos alcanzar nuestros ideales.
Los niños tienen cierta dificultad para valorar correctamente las metas lejanas. Sus objetivos, y premios o recompensas, deben ser cercanos para que perseveren en el esfuerzo. Esperar no les resulta fácil. ¿Os acordáis cuando éramos niños? El tiempo iba muuuuuucho más despacio
A la hora de hablarles sobre constancia, esfuerzo y paciencia, ayuda describir los objetivos a cumplir como si fueran destinos de un viaje. Los niños no entienden por qué no pueden conseguir aquello que desean… en el acto. Poco a poco aprenderán a ser más pacientes.
Acostumbrarles a esforzarse para conseguir lo que buscan y prepararles para soportar mejor las frustraciones enseñándoles a tolerar algunos retrasos… les ayudará a valorar el tiempo con una visión objetiva sobre cómo es la vida.
A partir de los dos o tres años los niños pueden ir aprendiendo a tener algo de paciencia. Estas son algunas de las cosas que podemos hacer para fomentar esa virtud:
- Predicar con nuestro ejemplo. Debemos enseñarles a ser pacientes… ¡siéndolo! ;o)
Tratemos de ser especialmente pacientes con sus limitaciones. La mejor manera de fomentar su autonomía es demostrarles que confiamos en sus capacidades.
- No les hagamos esperar cuando no sea necesario y tratemos de evitar que esas esperas sean muy largas. Es útil trabajar con ellos su capacidad para tolerar pequeñas demoras y utilizarlas para explicarles que el deseo de conseguir las cosas hace que las disfrutemos más.
- No debemos ceder cuando piden las cosas de mala manera, ni ante rabietas. Una forma de ejercitar su paciencia es obligarles a pedir las cosas educadamente, a no interrumpir nuestras conversaciones cuando nos quieren pedir algo, etc.
- Es fundamental cumplir nuestras promesas. Aunque también es importante que los niños comprendan que en ocasiones, aunque esperes y seas paciente, las cosas no siempre salen y resultan como a nosotros nos gustaría. Si les decimos que al día siguiente iremos a la playa… y ellos esperan pacientemente pero al día siguiente amanece un día frío y lluvioso… y no podemos ir… ¡nos dirán que les hemos mentido! Es interesante acostumbrarnos a hablar en términos de probabilidad: “Mañana, si podemos y hace bueno, iremos a la playa”.
- Para que nuestros hijos esperen cuando les pidamos que lo hagan… tenemos que explicarles el por qué de esa espera y demostrarles que cuando son pacientes obtienen aquello que desean.
- Hay muchos juegos para ejercitar la paciencia de los niños: todas las actividades que requieran esperar turnos o aquellas que se puedan llevar a cabo en varios días, por ejemplo puzzles, construcciones, legos… que se puedan empezar hoy pero haya que esperar a terminarlos mañana; buscar juegos con diferentes niveles de dificultad, para que ellos vayan superando fases y viendo su progreso.
Es importante no permitir que abandonen una actividad o juego porque no les salga a la primera. Hemos de estimularles a seguir intentándolo, a no desistir, y reforzar la actitud cuando han conseguido la meta.
Los juegos también nos pueden ayudar a entretenerles mientras esperan.
El tiempo corre mucho más rápido cuando les hacemos caso
Esta “Moraleja para adultos” es una reflexión sobre educación asociada a un cuento. En “Cuentos para niños” podemos encontrar el texto sobre el que trabajar con nuestros hijos para estimular su aprendizaje de inteligencia emocional.
En “Reflexionamos juntos” unas preguntas, relativas al cuento, para ayudar a los niños a profundizar en él según su propia experiencia.
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